¿Somos cómplices?

¿Somos cómplices?

EDITORIAL.- No siempre resulta fácil dar buenas noticias y está bien felicitarnos por lo logrado, pero ignorar el abuso, la crueldad y el dolor de tant@s nos hace cómplices, nos convierte en responsables. Porque quién calla otorga y sería vergonzoso pasear la recién estrenada libertad como animales en una reserva vigilada, mientras el resto es perseguido, cazado, enjaulado y asesinado en la jungla.

El tono puedo parecer melodramático y por eso me remitiré a los hechos, a la información más reciente. Esta semana Marruecos ha celebrado su peculiar “Orgullo Gay”. El 20 de octubre se celebran de manera clandestina y con el más absoluto secretismo actos y reuniones para conmemorar el suicidio hace ya 7 años de Leila Amrouche, la joven que prefirió quitarse la vida a someterse al matrimonio forzoso con el que su familia pretendía curar su homosexualidad. Pero el caso de Leila no es un caso aislado, los actos de homosexualidad son castigados en el reino alauí con penas que oscilan entre los 3 meses y los 3 años. Samir Bargachi, activista de Kifkif, una asociación marroquí que lucha por los derechos de los homosexuales y que tiene su base legal en España, asegura que “el 30% de los homosexuales en el reino alauí han pensado alguna vez en suicidarse, hemos intentado el reconocimiento legal en Marruecos, pero es imposible”.

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Como muestra de esa tragedia, el caso de Hamza, un chico de 22 años que después de sufrir las palizas e insultos de su familia y compañeros de estudio, se vio a los 14 años con las maletas en la calle sin poder acudir a nadie. «No tenía a dónde ir, por eso dejé que mi padre y mi hermano me maltrataran. Se convirtió en parte de la rutina diaria, hasta que un día se hizo insoportable. Llegué a casa y me estaban esperando con un bastón en la mano para darme una paliza. Mi hermano me tiró al suelo y me dio patadas en la cabeza hasta romperme los dientes». Lo peor de este relato es pensar que Hamza no podía acudir a la policía por miedo a ser arrestado. «Ser gay en Marruecos es hacer frente a todo un país que piensa que estás enfermo y eres diferente»

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El estrecho de Gibraltar tiene, en su punto más estrecho, una distancia de 14,4 km y su profundidad oscila entre los 300 y los 900 m en algunos puntos. Con toda seguridad para miles de gais y lesbianas en Marruecos, la distancia que nos separa es, sencillamente, insuperable y tiene la profundidad de su propia desolación.

Editorial Gayles.tv
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