Una organización clandestina da cobijo y apoyo a víctimas de la persecución a personas LGTBI en Rusia
GAYLES.TV.- Hace un par de años publicábamos el articulo “Chechenia, el infierno gay” donde alertábamos de las torturas, secuestros y persecución a que se somete a personas LGTBI en Chechenia. Y fue precisamente la intensificación de la represión de homesexuales y transexuales en Chechenia en el 2017, lo que llevo a un grupo de personas a crear un centro que pudiera ofrecer un alojamiento seguro en Moscú.
En la actualidad ya han pasado por sus instalaciones unas 200 personas y tiene capacidad para acoger a 15 simultaneamente. Su carácter es clandestino y se le conoce como “Centro Comunitario de Moscú”. Su directora, Tatiana Vinnixenko informa en una entrevista para Televisió de Catalunya que a las personas que ingresan se les ofrece “casa, comida y tarjetas de transporte para poder salir y buscar trabajo”. Pero más allá de cubrir las necesidades más básicas, el centro también supone un lugar en el que encontrar soporte psicológico y asesoramiento en cuestiones como afrontar un cambio de género.
La intención de sus responsables es que, siempre que sea posible, las personas que pasan por el refugio puedan resolver su situación para poder seguir viviendo en Rusia. La excepción la constituyen quienes han huido de la persecución sistemática que se realiza en el Cáucaso, especialmente en el norte de la región dónde los niveles de odio y ferocidad hacen difícil cualquier tipo de normalización. “Como norma las historias procedentes del Cáucaso suelen acabar con la emigración y petición de asilo en un país seguro”, reconoce Tatiana.
Esa estigmatización es especialmente dura cuando se trata de personas transexuales que se ven obligadas a ocultar su condición o sencillamente desaparecer para no poner en riesgo su vida. Es el caso de Adam, quien oculta su identidad por temor a represalias y que ha sido acogido temporalmente en el refugio. El relato de su peripecia vital incluye también las presiones sufridas a manos del ejército: “Los militares me amenazaron con explicarlo todo a mi familia. Eso para mi era mucho peor que lo que pudieran hacerme los propios militares”.
Pero en el mismo Moscú también se dan casos de especial virulencia. Nick Litvinov explica en el reportaje que lo expulsaron del piso en el que vivía por compartir habitación con otro chico. También acabó siendo despedido del trabajo por su orientación sexual. Pero el golpe definitivo llegó con la muerte de su compañero. Nick se vino abajo y se vio perdido. Hoy, poco a poco recupera la esperanza gracias al afecto con el que ha sido acogido en el centro: “El refugio me ha devuelto la fe en la gente. He visto que en esta gran ciudad todavía hay personas que ayudan a los demás”.
Efectivamente merece total reconocimiento la tarea silenciosa que este pequeño grupo de personas llevan a cabo poniendo en riesgo su propia integridad. Un ejemplo y un modelo a seguir.
Fuente: Televisió de Catalunya
Fotografía: Televisió de Catalunya, Getty
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