GAYLES.TV.- A veces está bien distanciarse de los grandes titulares y los grandes temas, aparcar las regularizaciones legales, la homofobia, la diversidad y todo aquello que da de sí cada día la información LGTBI para recalar en el detalle, en lo cotidiano, en las pequeñas/grandes historias de amor y lucha que viven muchas personas para poder permanecer unidas.
Es el caso que nos ocupa hoy. La historia nos habla de Tom Swann, un ex marine estadounidense de 58 años que padece SIDA y una ceguera avanzada y que en Mayo del 2015 conoció al mexicano Guillermo Hernández, de 21 años. Tom y Guillermo se enamoraron y decidieron iniciar una vida juntos en una caravana instalada en el Rancho Mirage. El pasado 24 de diciembre, mientras celebraban la Navidad y el cumpleaños de Guillermo fijaron la fecha de su boda para el día de San Valentín. Pero la mala fortuna quiso que 4 días más tarde Guillermo fuera arrestado por violar la prohibición de acceso a un casino.
El joven mexicano cumple condena en una cárcel de la Oficina para el Control de Inmigración y Aduanas (ICE) en dónde se vio obligado a ingresar al tener antecedentes por posesión de drogas y por no haber asistido a los controles de la libertad condicional. Su deportación está prevista para la próxima semana. Ante la situación límite en la que se encontraban, la pareja decidió contraer matrimonio en el centro de detención, convirtiéndose así en la primera pareja homosexual que se casa en el interior de una cárcel. La ceremonia se celebró en el centro de inmigración de Caléxico, California, dónde Guillermo está recluido.
Los delitos que se le atribuyen son menores, pero han impedido que el chico pudiera renovar el permiso migratorio que poseía por haber llegado a EEUU cuando tenía 7 años, lo que se conoce como DACA. Por ello los abogados de la pareja están revisando el caso para tratar de detener la deportación de Guillermo prevista para el próximo 23 de marzo.
Tom ha manifestado que si deportan a Guillermo, planea vender la caravana y trasladarse a vivir con su esposo en la ciudad de Mexicali y ha añadido: “Guillermo no debería ser deportado, fueron tres delitos menores los que cometió y no tiene a nadie en México, nuestro sistema de inmigración es terrible”.
Habrá quien piense que Guillermo merece ser castigado por sus errores pasados, pero ¿acaso no merece todo el mundo una segunda oportunidad? Esperamos que la justicia sepa encontrar el modo para que la pareja pueda seguir felizmente con su vida en común.
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