EDITORIAL GAYLES.TV.- “Orlando furioso” es un poema épico escrito por Ludovico Ariosto en el 1532 que dio lugar a la ópera homónima de Vivaldi. Curiosamente el tema épico y los combates que protagonizan entre sí los héroes del poema se centran en las luchas históricas entre moros y cristianos. Siempre la misma cantinela, 5 siglos más tarde seguimos justificando, canalizando, contando la historia desde la perspectiva del enfrentamiento entre credos y vaya usted a saber quién saca provecho de todo ello.
Y mientras en el trastero quedan los motivos ocultos, brutales, los que accionaron el resorte de la furia, la sangre y el fuego. Porque nunca llegaremos a saber qué fue lo que realmente impulso a Omar Mateen a sembrar la festiva noche de Orlando de cadáveres, a vomitar su culpa y su odio sobre los cuerpos jóvenes cuyo único pecado era celebrar la vida.
Y es que desde el principio algo no ha acabado de cuadrar en toda esta historia y en los motivos del asesino. Estado Islámico se limitaba el domingo a aplaudir la acción de Omar pero no la reivindicaba en primera instancia. Ya el lunes, en un comunicado a través de su emisora de radio, se atribuiría el ataque afirmando que Mateen “Era uno de los soldados del califato en Estados Unidos”. A fin de cuentas Mateen no iba a desmentir esa afirmación. Es cierto que antes de perpetrar la matanza realizó una llamada a emergencias jurando lealtad a Estado Islámico, quizá pensó dar así sentido a tanta muerte y de paso comprar un pasaje de última hora para el paraíso. A pesar de ello, el propio presidente Obama en su comparecencia ante los medios de comunicación, afirmó: “Anunció su adhesión al IS en el último minuto, pero no existe prueba por el momento, de que haya sido dirigido por ellos”.
De lo que curiosamente sí existen pruebas es de la posible homosexualidad reprimida de Omar. Varios testigos han afirmado que Mateen acudió en una docena de ocasiones al club Pulse y que era usuario habitual de aplicaciones para ligar entre homosexuales como Grindr. Su propia ex mujer ha asegurado que Omar tenía tendencias homosexuales y para rematar parece ser que el padre, que el mismo día de la masacre declaró que su hijo odiaba a los homosexuales, lo había insultado llamándole gay en público en varias ocasiones.
Algo huele a podrido en Orlando. La confirmación de las tesis que avalan los motivos yihadistas pueden tener un peso específico en el avance de Donald Trump en su camino hacia la presidencia y a IS les supone un plus de terror gratuito. Pero lo cierto es que cada vez pesan más los argumentos de la culpa por unos deseos no asumidos, por una homosexualidad negada, por el veneno de una homofobia interiorizada que siembra el odio hacia sí mismo de quién se niega en lo más íntimo.
¿Cuántos Omar potenciales caminan por el mundo con la losa de la culpa en el corazón? ¿Cuántos se flagelan en el altar de la negación y el fanatismo incapaces de aceptar lo que sienten y quiénes son? Importa y mucho llegar al fondo de esta cuestión y poner sobre la mesa cualquier indicio que ayude a esclarecer los motivos de Mateen, porque ese odio hacia uno mismo acaba volviéndose contra los demás, contra la vida y responsables son también quienes lo inoculan en tanto corazón solitario y confundido.
El respeto a la diversidad es el único antídoto contra el veneno de la homofobia interiorizada y deberíamos vacunarnos masivamente contra ella porque quién no aprende de la historia se ve obligado a repetirla.
Fuentes: La Vanguardia, El Mundo,
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Tengo una pena enorme en mi corazón.