EDITORIAL.- El pasado sábado miles de ciudadan@s salieron a la calle en Italia para exigir la equiparación de derechos de las parejas homosexuales y las heterosexuales. Según las organizaciones convocantes, con Arcigay a la cabeza, hasta un millón de personas se unieron a las manifestaciones convocadas en más de 100 ciudades y pueblos del territorio italiano.
«Despierta Italia, es hora de ser civilizado» ha sido el eslogan más coreado y presente en pancartas y carteles de la convocatoria. La gente ha llevado a las concentraciones relojes con lo que quieren simbolizar que Italia está fuera de hora y vive un evidente retraso de las políticas LGTBI en relación al resto de países occidentales de su entorno. Un atraso que le valió incluso una condena por parte del Tribunal Europeo de Derechos Humanos.
Lo que ha motivado las manifestaciones es la inminencia del debate que va a desarrollarse en el Parlamento italiano sobre un proyecto de ley orientado a permitir las uniones civiles entre homosexuales. Un proyecto que no incluye el término “matrimonio”, tan sólo se trata de dotar de un marco legal como parejas de hecho a los homosexuales, pero ello no ha impedido que se desate una intensa polémica entre políticos y en el seno de la propia sociedad civil. Un claro ejemplo lo constituyen las concentraciones convocadas el mismo sábado por asociaciones conservadoras de todo tipo de pelaje que intentan evitar la nueva legislación por considerarla aberrante.
Precisamente uno de los puntos más polémicos de la nueva ley es aquel que limita la adopción a un hijo o hija cuyo padre o madre ya sea uno de los integrantes de la pareja, es decir, una pareja de gais o lesbianas no podrá adoptar libremente si uno de sus miembros no ostenta ya la maternidad o paternidad previa.
De todo el guirigay (que palabra más adecuada) que se ha organizado, nos llama la atención la postura de la Iglesia. El controvertido y ambivalente Papa Francisco ha realizado unas declaraciones afirmando que “no hay que confundir la familia querida por Dios con otro tipo de uniones”. Contamos hasta 100 y nos mordemos la lengua para limitarnos a escribir que resulta francamente irritante por no decir otra cosa. La senadora Mónica Cirinnà, impulsora de la ley, le ha replicado al Papa que “es admirable la revolución social que el Papa está haciendo. Él debe mantener la unidad de la Iglesia, pero nuestra Constitución es la de un país laico«.
Existe una norma en evolución fonética que dice que vocablos latinos similares evolucionan a términos iguales. Entonces ¿por qué “oculum” ha dado “ojo” y “saeculum” ha dado “siglo” en lugar por ejemplo de “sejo”? Pues muy sencillo, porque la repetición reiterada de la frase “saecula saeculorum” en la misa en latín hasta el pasado siglo supuso un freno a la natural evolución de la palabra. Ojala la Iglesia sepa estar en el lugar que le corresponde y no siga frenando el derecho natural de miles de ciudadanos de Italia.
Lucas 20:25 “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”.
Editorial Gayles.tv
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