EDITORIAL GAYLES.TV.- Cualquier persona integrante de la comunicad LGTBI ha sufrido en algún momento de su vida situaciones de discriminación, desdén o marginación, en el mejor de los casos frases poco afortunadas de familiares o compañer@s de trabajo, en el otro extremo acoso y maltrato. Por ello deberíamos ser capaces de entender la dura realidad que afrontan las personas de fe musulmana que tienen una orientación sexual o una identidad de género diversa a la que normalmente acepta su credo.
A pesar de no estar claro que el Corán condene de manera explícita la homosexualidad, 76 países, en su mayoría musulmanes, la tipifican como delito y por ello aplican castigos corporales, multas, penas de prisión y hasta en siete de ellos la pena de muerte. No es de extrañar pues que salir del armario en un entorno musulmán suponga un acto de auténtica heroicidad. Hay que tener mucho valor para enfrentarse como mínimo al rechazo familiar y la exclusión de tu entorno social, cuando no a las persecuciones, agresiones e incluso la muerte. Curiosamente son cada vez más los líderes espirituales islámicos que apuestan por defender que no se puede demostrar que exista contradicción entre la fe islámica y las diversas orientaciones sexuales, pero de momento no existe unanimidad.
Obviamente en aquellos países en los que el Islam es la religión oficial, resulta muy difícil por no decir prácticamente imposible salir del armario, ya que la religión resulta omnipresente tanto en la vida pública como en la privada e invade la sociedad con una ideología de carácter conservador que establece legislaciones discriminatorias. Con esa premisa la mayoría de homosexuales y transexuales ocultan su condición, adoptan conductas y vidas aceptables para sobrevivir y se encierran en armarios dorados que castran sus esperanzas de vivir siendo quienes son.
La situación de las personas LGTBI musulmanas en España no es mucho mejor a pesar de legislaciones mucho más tolerantes y de una general aceptación social. El problema radica en que su entorno inmediato está básicamente integrado por musulmanes, inmigrantes de primera o segunda generación con prejuicios muy arraigados respecto a la diversidad sexual. Esta situación condena a esas personas a una doble discriminación: la que sufren por su identidad de género o por su orientación sexual en su propia comunidad y aquella que les viene dada por su credo dada la cada vez mayor islamofobia imperante en la sociedad española.
Poco a poco se van alzando voces que intentan enfrentarse a las trabas de intolerancia y prejuicios que les impiden ser felices. Pero también reivindican la compatibilidad entre homosexualidad e Islam y entre transexualidad e Islam. Las personas que asumen un activismo LGTBI son pocas y afrontan riesgos importantes. Samir Bargachi reside en España desde los 6 años, es homosexual y marroquí, dirige Kifkif, una asociación LGTB laica que ayuda a homosexuales y transexuales en situación de vulnerabilidad por su condición de refugiados o inmigrantes. “Hay mucha islamofobia en la sociedad española en general y mucha homofobia en la comunidad musulmana. Estamos dentro de varios armarios”, afirma. “Queremos impulsar un modelo de islam inclusivo, a la europea, en el que se acaten las normas de convivencia del Estado español y demostrar que la exclusión a la comunidad LGTB no es islámico. Tampoco tenemos que renunciar a nuestra religión por nuestra orientación sexual”, añade.
Este joven de 28 años se ha convertido en un referente de la lucha LGTBI no sólo en España, sino también en otros países de mayoría musulmana y ello le ha supuesto vivir con constantes amenazas de muerte.
Deberíamos entre tod@s revisar nuestros propios prejuicios, deberíamos respetar a estas personas y aceptar no sólo su diversidad sexual o su identidad, sino también el inalienable derecho a vivir su propio credo.
Fuente: Estrella Digital
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Estando en Dubai hace unos dias, fue impresionante lo que me invitaban en Grindr. Como todos tienen las mismas necesidades. No acepte por miedo. Igual ellos se juntan a escondidas. No se puede ir contra nuestra naturaleza.