Blake Dremann es un comandante transgénero del Ejército de los EEUU que ve peligrar su situación por el veto de Trump a las personas transexuales
GAYLES.TV.- Blake Dremann defiende con firmeza un hecho que para él no tiene discusión posible: “lo importante es que soy marine, mi identidad sexual es indiferente”. Y así rezaba el cartel que exhibió en la marcha del orgullo del pasado junio en Washington: “Simplemente pasa que este marino es trans”.
Pero la situación es cualquier cosa menos simple para Dremann y las 13.000 personas transgénero que se calcula prestan sus servicios en el Ejército estadounidense. Desde el reciente anuncio de Donald Trump sobre la derogación de la ley, que permite desde junio del 2016 que las personas transexuales formen parte de las Fuerzas Armadas sin ocultar su identidad, la incertidumbre sobre su situación personal y profesional es el pan de cada día.
Frente a los argumentos de Trump sobre el coste que suponen los tratamientos de reasignación de sexo, Dremann afirma que “no afectamos a la preparación, ni a la cohesión y no somos exorbitantemente caros”. Las organizaciones de defensa de personas transgénero calculan que el coste del proceso de reasignación de género a militares costaria entre 2,4 y 8,4 millones de dolares al año; una minucia si se compara con los 41 millones que Defensa gastó en el 2014 en un fármaco destinado a mejorar la actividad sexual de la tropa. Sin palabras.
La historia de Blake Dremann es especialmente dolorosa porque el veto de Trump llega apenas 2 años después de decidir su salida del armario. Se alistó en la Armada en el 2006 y ha recibido numerosas condecoraciones mientras mantenía su identidad como mujer. En el 2011 empieza a clarificar su identidad como transgénero y dos años más tarde inicia el tránsito con un tratamiento médico que costeó él mismo. Por fin en julio del 2015 decide comunicar a sus superiores que tiene un nuevo nombre masculino. La reacción fue positiva en todos los sentidos: el Pentágono empezó a pagar la continuación de su tratamiento y ese mismo año sería nombrada teniente comandante. “He ganado en confianza y liderazgo. Soy 10 veces el marine que era antes”.
Pero hoy Dremann teme volver al armario, al sin sentido de una doble vida y, lo que es peor, a la posibilidad de que su brillante carrera como marine se vea truncada. Con todo Dremann ha decidido no esperar el desarrollo de los acontecimientos cruzado de brazos. En la actualidad dirige Sparta, la mayor organización transgénero del Ejército y, desde su posición, afirma estar dispuesto a llevar a los tribunales la prohibición de Trump en el caso de que acabara concretándose.
Fuente: elpaís.com
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