La multitudinaria marcha de Budapest superó las expectativas de asistencia y desafíó la prohibición Orbán
Ni las intenciones de sabotaje ultraderechistas ni las advertencias y amenazas de la Policía pudieron parar la manifestación LGTBIQ+ de Budapest que se celebra cada junio desde hace 30 años. 300.000 personas -según los organizadores- abarrotaron las calles de la capital húngara en una demostración de fuerza y arrojo frente a las políticas ultraderechistas de Viktor Orbán.
La marcha estaba declarada como ilegal en base a una nueva ley húngara que restringe las concentraciones que fomenten la homosexualidad. Sí estaban permitidas dos concentraciones de ultraderecha con casi el mismo horario y recorrido.
Cambio de recorrido para evitar el sabotaje ultra
La marcha arrancó desde la plaza del Ayuntamiento, convertido en todo un símbolo por la implicación del alcalde Karacsony, sin presencia policial, que la primera vez que apareció fue en la popular estación de metro de Astoria, un punto en el que el Orgullo modificó el recorrido previsto. El objetivo era evitar el puente de la Libertad, que se preveía un punto conflictivo por haber anunciado grupos de extrema derecha una contraprotesta ahí. La marcha cruzó el Danubio por un puente diferente, donde un pequeño grupo de ultraderechistas fueron separados por la Policía.
Aunque la extrema derecha no llegó a ser una amenaza en ningún momento. Justo al comienzo de la protesta, un gropúsculo ultracristiano se presentó en la zona para agitar sus proclamas homófobas: “¡Arrepentíos! Se puede evitar morir de sida. ¡Dejad la homosexualidad!”, clamaban biblia en mano.
En un ambiente festivo y animado por la música de las pequeñas carrozas, colectivos LGTBIQ+ pero también organizaciones de la sociedad civil salieron a la calle para gritar que no quieren volver al armario a pesar de las legislaciones discriminatorias aprobadas en el país.
Apoyo internacional
Conquistar derechos es mucho más difícil que perderlos. Por eso el alcalde de Barcelona Jaume Collboni recordó que «Puede pasar mañana en Barcelona«. Con esta premisa centenares de políticos y representantes de entidades de derechos humanos de toda Europa viajaron a Budapest para apoyar al colectivo LGTBIQ+ de Hungría. Querían mostrar su apoyo al gobierno municipal encabezado por Gergely Karácsony en la defensa de los derechos fundamentales de la democracia y de Europa.
Preocupa máximamente el auge de la ultraderecha y la pérdida de pudor para recortar los derechos logrados. Budapest era un banco de pruebas para medir el estado de la cuestión en Europa. Esta vez la unión ha logrado que se resista el envite, pero tenemos la amenaza en el cogote.