NEWS.- Ayer fallecía a los 77 años Amparo Baró tras años de lucha contra el cáncer. Esta polifacética actriz catalana había conquistado el teatro, el cine y la televisión además del corazón de muchos espectadores.
La primera oportunidad le llegó de la mano de Adolfo Marsillah en 1957 con la obra de teatro Las preciosas ridículas de Moliere. Así da comienzo la aventura de la artista que afirmaba: «Nunca olvido que el teatro es de una fuerza inimaginable, es un espejo que te plantan delante para que te avergüences y te remueva la conciencia, el teatro conmueve y conciencia, pero es imposible trasladarlo a la televisión porque siempre es un milagro de complicidad con el público, que sabe que aquello nunca más va a suceder«.
De su extensa actividad teatral destacaríamos La casa de muñecas, de Ibsen, calificada por los críticos como la mejor interpretación de su carrera.
Del teatro paso al cine y a la televisión, donde popularizó a Sole, la comunista de Siete vidas. Paco León, recuerda como un honor haber recibido alguna colleja de la popular actriz cuando coincidió con ella en la grabación de algún capítulo de Siete vidas y Aída: «Era una actriz omnívora. No se le caían los anillos por trabajar en cine, televisión o teatro, y siempre lo hacía con la cabeza muy alta. Con ella desaparece una generación de intérpretes que se han mantenido siempre activos hasta el final».
Recibe un Goya como mejor actriz de reparto por Siete mesas de billar francés (2007), dirigida por Gracia Querejeta y con Maktub, la Unión de Actores en el 2012 reconoce su interpretación con el premio a la mejor actriz de reparto de cine. De su amplía trayectoria destacan películas como Rapsodia de sangre, Adiós Mimi Pompón, Tierra de Todos, Tres de la Cruz Roja, Tengo diecisiete años, La banda del pecas, El Nido y el Bosque Animado. Una de las anécdotas más destacable de su carrera fue el haber rechazado un papel en Pepi, Lucy y Boom de Pedro Almodóvar, porque le pareció una película chabacana. Una decisión equivocada que más adelante llevaría a la actriz a confesar, «Cuando la vi, ¡me maté de risa! Ahí fue cuando comprendí lo idiota que había sido«.
Con cierta ironía y retranca, se definía a sí misma como «Insegura, vanidosa y algo soberbia. Poco coqueta , sólo en el escenario y algo feíta y bajita«. Lo cierto es que esta mujer desprendía un atractivo muy especial que estaba más allá de maquillajes, faldas o tacones.
Amparo nunca se mordió la lengua a la hora de opinar sobre temas políticos y sociales, incluso si era necesario sacaba a relucir su ironía en relación a algún compañero de profesión, eso sí, con un arte que pocos dominan y que hacía que al aludido le resultara difícil darse por ofendido.
Cuesta despedirse de esta gran actriz y gran mujer, por eso queremos rendirle homenaje recordando un monólogo donde la Amparo Baró más mordaz y más irónica nos deleita con su buen hacer.
Gracias por tu profesionalidad, por tu integridad y por los buenos momentos compartidos, Amparo.
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