Gais, burocracia y pigmeos

Gais, burocracia y pigmeos

EDITORIAL.-  Decía Honoré de Balzac que “La burocracia es una máquina gigantesca manejada por pigmeos”. Ignoro si Antonio Fernández y Luís Fernández, que no son hermanos sino pareja a pesar de compartir apellido, conocían la cita, pero con toda seguridad compartirían el pensamiento de Balzac de conocerlo.

Antonio y Luís son un matrimonio español con todos los papeles en regla y con un sueño común a la inmensa mayoría de matrimonios del planeta, tener hijos. Dado que la gestación subrogada es ilegal en España, pero que sí se permite la entrada de niños de otro país, siempre que se demuestre la paternidad legal, decidieron ir a México para conseguir su objetivo. Allí  recibieron apoyo de la México Surrogacy y  de la asociación “Ayudando a Crear Familias”, entidades que, acogiéndose a la legislación especial del Estado mexicano de Tabasco,  ponen el servicio de inseminación artificial a disposición de parejas de todo el mundo que no pueden tener hijos, sea cual sea su composición. Cada uno de los miembros de la pareja inseminó un ovulo y, previa gestación subrogada, el 6 de enero nacían los mellizos Olivia y Marco, confirmando aquello de que para los Reyes Magos de Oriente no existen distancias ni fronteras. Pero para los simples mortales sí.
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La pareja lleva un mes atrapada en México por un trámite burocrático. Al nacer los niños fueron registrados en Tabasco con el nombre de uno de los progenitores en la casilla de padre y el otro en otra casilla y dejaron en blanco la casilla correspondiente a la madre. Cuando intentaron tramitar el pasaporte de los dos pequeños para regresar a España, la Secretaría de Relaciones Exteriores del Distrito Federal de México les negó el documento al no figurar el nombre de la madre. Confundidos acudieron a la Embajada de España donde les dicen que es imprescindible que figure el nombre de la madre y que deberían hacer constar el de la mujer gestante, solución que los padres preferirían no tener que adoptar. Visto lo cual la Embajada les niega el pasaporte de los pequeños. Decisión salomónica, o hacéis constar a una madre circunstancial en su pasaporte o dejáis a los niños en México.

Hace 14 años, el juez de paz de una pequeña localidad barcelonesa, negó el registro de una criatura fruto de una inseminación artificial a una mujer soltera, lesbiana por más señas, si no hacía constar el nombre de un varón en la casilla destinada al padre. Obviamente no existía nombre de padre porque la donación es anónima. La madre tuvo que recurrir a veladas insinuaciones de posible denuncia al juez por incitar a la falsedad documental para que éste se aviniera a registrar a la niña, cosa que hizo casi dos meses después de su nacimiento. Cuando años más tarde la madre quiso tramitar el DNI de su hija, apareció un nombre de varón en la casilla de padre. La habían engañado.

No parece que las cosas hayan cambiado mucho al respecto, Kafka sigue reinando en juzgados, registros, embajadas, consulados y aduanas. Podemos casarnos y tener hijos, tenemos en España una legislación que ampara ese derecho, pero resulta que no podemos traerlos a España con unos documentos que reflejen fielmente la realidad de tu situación familiar. Ejércitos de pigmeos se aprestan a engrasar cada día los engranajes de la gran máquina de la burocracia. Nos queda el consuelo de pensar que nosotr@s “somos enanos a hombros de gigantes, podemos ver más lejos”. La cita, para ilustración de pigmeos, es del filósofo Bernardo de Chartres.

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