EDITORIAL.- Hace ya un tiempo que empezó a circular por las redes el videoclip “Maricón” de Samantha Hudson. El chico en la canción reivindica su condición de homosexual y lo hace en modo loca, porque sí, porque le da la gana y está en su derecho. Aprovecha Samantha, además, para reclamar a la iglesia católica atención y aceptación y hay que reconocer que lo hace de un modo irreverente, que muchos han tachado de blasfemo y grosero.
Según el diccionario de la Real Academia, la blasfemia es una palabra injuriosa contra Dios, la Virgen o los santos. En ningún sitio está escrito que sea un crimen, un delito, o que suponga violencia contra personas o instituciones. Obviamente si eres católico practicante no mola, pero es que si eres gay tampoco la postura de la iglesia con el colectivo LGTBI es como para tirar cohetes y nos aguantamos.
Pues bien, el vídeo de Samantha ha liado la de Dios es Cristo (uy perdón!). Porque resulta que Samantha tiene 16 años, asiste al IES Josep M. Llompart y su profesora de arte y jefa de estudios del centro, Aurora Generelo, decidió calificarlo con un sobresaliente, vamos, una cuestión interna del centro y que no debería haber salido de ahí. Pues no, resulta que políticos, clérigos, familias y homosexuales de bien, de los que creen ser los únicos con derecho a manifestar su condición sexual porque llevan traje, van a misa y dan las gracias por ser aceptados en sociedad, se rasgan las vestiduras y piden la cabeza de la profesora y perdón al obispo. ¡Cágate lorito!
¡Si es que el mismísimo Conseller de Educació de Balears, Martí Mach, le ha dicho al obispo que lo siente mucho y que no volverá a ocurrir! ¿Cómo? ¿Qué es lo que se supone que no volverá a ocurrir? ¿Qué un chico haga uso de la libertad de expresión o de su derecho a manifestar que es quién es y cómo quiere ser? O ¿Qué una profesora aplicará el criterio que considere conveniente a la hora de evaluar el trabajo de un alumno?
El Instituto de Política Familiar de Baleares quiere abrir un expediente disciplinario a la profesora, “Hazte Oír” recoge firmas para que se la carguen, el Conseller no da abasto entre las genuflexiones en el obispado y las peticiones de informes a la Inspección de Educación y el diario “El Mundo” da cuartel y se hace eco de las diatribas de un gay católico que se siente muy ofendido porque el chico diga de sí mismo “soy maricón” y que se atreve a dirigirse a la profesora diciendo “Está creando usted muchas víctimas con su fundamentalismo radical y fanático, doña Aurora”. ¿? Vamos, el holocausto caníbal, el mundo al revés. ¿Qué pasa, que nos hemos vuelto tod@s loc@s o qué?
Littlebab firma un excelente artículo en la web “Estoy bailando” con el título “Todos contra Samantha Hudson (y los colectivos LGTB pasan de todo)” que os recomendamos fervientemente y al que desde Gayles.tv nos sumamos. En ese artículo se pone de manifiesto el circo que se ha montado en torno a este chaval y hasta qué punto se han retratado todos en ese circo y se cuestiona dónde están los movimientos de lucha LGTBI que no han abierto la boca públicamente para defender al chico y a su derecho a mostrase como le salga del alma (vamos a ser delicad@s) y por supuesto el derecho de Aurora Generelo a calificar el trabajo de su alumno con criterios estrictamente académicos.
Con todo queremos añadir algún matiz. En primer lugar se trata de una clase de arte. ¿Desde cuándo el arte no puede ser transgresor? ¿O es que tampoco nos van a dejar ejercer la libertad de expresión en el terreno artístico para cuestionar a estructuras e instituciones como la iglesia católica? Alguien dijo que el arte ni puede ni debe ser únicamente un espejo que refleje la realidad, sino un martillo que le de forma y eso es lo que ha hecho Samantha y probablemente lo que se le ha valorado en clase.
En segundo lugar las palabras ofenden cuando son dichas para ofender. No es lo mismo darle una paliza a alguien al grito de “porque eres un maricón de mierda”, que el hecho de que Samantha se reivindique como maricón o incluso que entre amigos se utilice como un apelativo cariñoso. No, no es lo mismo y algunos deberían dejar de cogérsela con papel de fumar en estos temas.
En tercer lugar, hagan el favor de dejar en paz a la señora Generelo, déjenla ejercer su trabajo y aplicar el criterio que considere conveniente, porque si ella cae, si consentimos que la derecha más recalcitrante se haga con su cabeza, detrás caerá el inalienable derecho a expresarnos, a crear y a mostrarnos como somos.
Y ya para acabar, ¿qué pasa con Samantha? ¿Es que nadie va a defenderlo? ¿Nos hemos olvidado de que es menor de edad? Se ha visto inmerso en un percal que ni le va ni le viene y sometido a la presión de un festival mediático e institucional del que alguien desde los colectivos de lucha LGTBI debería rescatarlo. Por no hablar de los ataques homófobos de bloggers y youtubers. Maricón o no, es un cachorro y a su alrededor las hienas afilan los dientes.
Editorial Gayles.tv
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¡No a la Homonormatividad! #SoyMaricón