Hay personas que nos quitan el miedo a envejecer, que nos ayudan a llevar las primeras canas con orgullo. Personas que nos guían por el laberinto de la vida con un hilo hecho de palabras y de historias. Personas, y estoy hablando de Ana María Matute, que abren en canal nuestras adormecidas conciencias con el afilado bisturí de su ironía y la lucidez abrumadora de su prosa y su discurso.
A riesgo de caer en el tópico, hay que reconocer que nos ha dejado más solos más huérfanos de referentes y como Caperucita más tontos que nunca y con el lobo acechando en los bancos, en los parlamentos, en las comisarías, en los hospitales, en las escuelas y eso que nos advirtió en una de sus intervenciones más memorables: “Todos nos acostamos con el lobo, pero lo que no podemos hacer es confundirlo con la abuelita. Caperucita era tonta.”
Consuela saber que cuando muere alguien tan joven a pesar de estar a punto de cumplir los 89, le espera su propio “Paraíso inhabitado” donde, a buen seguro, cada tarde compartirá una ronda de gin-tonics con Gabo y con otra Ana María, la Moix que partieron hace poco y la estaban esperando. Aburrirse seguro que no se aburren.
Montse Trillo, directora de contenidos de Gayles.tv