Así es como eran adoptados los niños procedentes de Rusia, con amor, con muchísimo amor. Importa poco que la acogida fuera en el seno de una familia heterosexual, homosexual o monoparental.
El pasado 9 de julio el Gobierno español, a través de sus ministros Margallo y Mato, firmó un convenio homófobo con las autoridades rusas que prohíbe, de manera explícita, la adopción a parejas del mismo sexo y a personas solteras. No satisfechos con la medida, el Gobierno ruso, al más puro estilo KGB, exige el derecho a efectuar un “seguimiento pormenorizado de los niños rusos ya adoptados independientemente de la fecha de adopción”, eso sí, con el respeto debido a la ley española.
Hablar de claudicación del Gobierno español sería un eufemismo. Rusia vetó las adopciones a países donde el matrimonio gay estuviera legalizado. Y hecha la ley, hecha la trampa, “que no adopten los gais”. ¡Cuánta prisa nos hemos dados en incumplir el mandato expreso del Congreso de los Diputados, que insta al Gobierno a garantizar los derechos del colectivo LGTBI dentro y fuera de nuestras fronteras!
Señores del Gobierno (que inapropiada la mayúscula en este caso), muchas gracias de parte de los niños que perderán la posibilidad de tener un hogar que les brinde educación, alimentación y amor. Pero sobre todo gracias por la angustia que vivirán a partir de ahora los niños ya adoptados y sus familias a expensas del control de burócratas rusos.
Montse Trillo, directora de contenidos de Gayles.tv
Muy buen artículo
Quien dijo que existen los derechos humanos y que todos somos iguales ante la ley?
Es más, quien hace que se cumplan los mismos?