EDITORIAL.- No podemos, no debemos “celebrar” el 8 de marzo como una fiesta, más bien deberíamos conmemorar, recordar, dedicar unos minutos a pensar en las 146 mujeres que murieron en el incendio de la fábrica de camisas Triangle Shirtwaist de Nueva York el 25 de marzo de 1911. Y no se trata de aguarle la fiesta a nadie, se trata de tener la historia presente para no tener que repetirla, se trata de impedir que los centros comerciales banalicen los hechos hasta convertirlos en un empalagoso motivo más de consumo, se trata, también, de que a las mujeres que están creciendo alguien les cuente lo que pasó para que no caiga en el olvido, pero sobre todo, se trata de no bajar la guardia y seguir luchando por la plena igualdad.
Porque si a las niñas, las adolescentes y las jóvenes nadie les hace tomar conciencia de su situación, la cronificarán. No podemos legarles un mundo con diferencias salariales. “A igual trabajo igual salario” no es un lema de un poster vintage, es una cuestión vigente que debemos reivindicar. Porque la violencia de género empieza en los institutos y en las redes sociales y hay que educar en el principio claro de que más control no equivale a más amor y los celos son el principal argumento de la posesión. Las víctimas de la violencia de género no bajan de la macabra cifra del medio centenar. En España sesgó la vida de 52 mujeres en el 2012, 54 en el 2013, 53 en el 2014 y 57 en el 2015. Han muerto muchas más mujeres a manos de sus parejas que víctimas ha causado el terrorismo en este país y, es evidente, que este feminicidio ha generado muchos menos debates parlamentarios ni merecido portadas en la prensa.
Por todo ello hoy queremos recordar que las 146 mujeres de Triangle Shirtwaist, fueron víctimas del abuso, la explotación y la impunidad, porque los responsables de la fábrica de camisas habían cerrado todas las puertas, las escaleras y salidas para evitar robos y altercados. La mayoría de las fallecidas eran jóvenes mujeres inmigrantes de origen judío e italiano de entre dieciséis y veintitrés años de edad. Muchas murieron víctimas del fuego y por asfixia, otras, al no poder escapar del edificio en llamas, saltaron desde los pisos octavo, noveno y décimo a la calle. La paradoja de la historia quiso que ese accidente sucediera exactamente 6 días después de que se celebrara por primera vez el Día Internacional de la Mujer Trabajadora con mítines en varios países europeos. Todas las reivindicaciones de ese día, excepto el derecho a voto en la mayoría de países, siguen vigentes hoy.
El ámbito LGTBI no deja de ser un reflejo de la sociedad y como tal reproduce lo mejor y lo peor de ésta. Con gloriosas excepciones, la misoginia se viste la piel de cordero y tolera, cuando no discrimina la presencia y el papel de las lesbianas en el colectivo. Armand de Fluvià afirma que la posición de la “L” encabezando las siglas LGTBI no deja de ser un poco como aquello de “las señoras primero”. Francamente, ni olvidamos, ni queremos que nos cedan el paso, gracias.
Editorial Gayles.tv
Televisión Online