EDITORIAL.- Se acercan inexorables las fiestas navideñas, los canales de televisión nos bombardean con los anuncios de juguetes y pajes, Reyes, elfos y hasta el mismísimo Papa Noel han empezado a hojear catálogos de jugueterías y centros comerciales para irse haciendo una idea de lo que se les viene encima. Y este año se van a volver a llevar una sorpresa, esperamos que grata, cuando tropiecen con el catálogo de la cadena de jugueterías Toy Planet, un claro ejemplo de lo que debería ser un catálogo no sexista.
En él se nos muestran niños empujando carritos con bebés y niñas conduciendo motos y trasteando con herramientas. Aunque de hecho lo más importante es que tanto niños como niñas comparten todo tipo de actividades, porque no se trata de reasignar los roles, sino de intercambiarlos indistintamente, de no marcar los juguetes como apropiados para niños o niñas, sino de clasificarlos por tipos: bicicletas, cocinitas, construcción, muñecas y que cada criatura decida con qué le apetece jugar. Resulta tan obvio que esa sería la manera correcta de ofrecer los juguetes a l@s niñ@s que lo que produce sonrojo es que sea noticia que una marca se decida a hacerlo.
Ignacio Gaspar, director general de Toy Planet, explica que la iniciativa arrancó hace ya 3 años con unas fotos en Twitter y Facebook y que, ante la buena acogida que tuvieron, decidieron pasarlas a un catálogo en papel. “No podíamos desaprovechar esta oportunidad, habiendo sido los primeros. Esperábamos que alguien más se apuntara, pero de momento no lo hemos visto. Es una asignatura pendiente del sector. Nos gustaría que se sumara más gente”.
Lo más curioso es que niñas y niños tienden a reproducir los roles que viven en su entorno y eso se traduce en fenómenos como el de que los niños que ven cocinar indistintamente a su padre o a su madre pidan cocinas o que las niñas estén cada vez más interesadas en motocicletas, juegos de construcción y súper héroes. En esta situación, la industria del juguete ejerce un papel no sólo de freno y estancamiento, sino incluso de retroceso. Todo lo que se avanza en las escuelas y en el entorno familiar, se destruye de un plumazo cuando alguien vuelve a imprimir un catálogo en el que se educa en la discriminación de género y en el apriorismo de roles que, en el mejor de los casos limitan a unos y otras el acceso a ciertos juegos y en el peor condenan a las niñas a la negación de ciertas profesiones y a los niños a no saber desenvolverse en las tareas cotidianas.
No podemos tratar este asunto como un tema menor, porque los niños y niñas que hoy hojean los catálogos, serán l@s adult@s del futuro y sería absurdo estar luchando por una sociedad sin discriminación por géneros mientras dejamos que los intereses comerciales de ciertos fabricantes sigan poniendo palos en las ruedas de la evolución social. A riesgo de resultar un tanto repelentes, cuando se nos pregunte en una juguetería si lo que buscamos es para un niño o una niña, respondamos que es para una persona, para alguien que en el futuro puede que sea astronauta, jardiner@ o sencillamente alguien a quien le gustará saber cocinar y tener su casa medianamente aseada.
Dejad que los juguetes sean juguetes, pero sobretodo trabajemos porque el universo del juego infantil sea un paso previo, un reflejo de la sociedad en la que queremos vivir y del mundo que les queremos legar, no una mirada enfermiza hacia un pasado que o no existe ya o no debería existir.
Editorial Gayles.tv
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