A su hijo de tres años le increparon por llevar tutú
GAYLES.TV.- El hijo de Jen Anderson Shattuck tiene tres años y le gusta llevar tutús; le hacen sentir valiente. Eso no supuso ningún problema hasta el pasado 23 de agosto en que mientras jugaban en el parque un hombre se les acercó y les increpó por el tutú. Llamó a Jen «mala madre» y sacó fotos al niño sin su consentimiento. También les amenazó con que todo el mundo conocería su historia. Jen denunció los hechos a la policía.
Al llegar a casa escribió una conmovedora carta (la tienes íntegra y traducida al final) en la que explicaba lo sucedido. La carta se he convertido en el viral de la semana y ha recibido el apoyo de miles de seguidores. Al conocer la historia, Tim Atkins, un amigo de la familia no tardó en comprarse un tutú y sacarse una foto para mostrar su solidaridad. Creó el hashtag #TutusForRoo en el que se pueden ver otras personas que quieren animar a Roo a vestir como le dé la gana.
TEXTO ÍNTEGRO DE JEN ANDERSON SHATTUCK
A mi hijo de tres años y medio le gusta jugar con camiones. Le gusta hacer rompecabezas. Le gusta comer ciruelas. Y le gusta vestirse con tutús brillantes. Si se le pregunta, dirá que los tutús le hacen sentir guapo y valiente. Si se le pregunta, dirá que no hay reglas sobre lo que los chicos y las chicas pueden vestir.
Mi hijo ha vestido tutú en la iglesia. Ha vestido tutú en el supermercado. Ha vestido tutús en el tren y en la caja de arena. Esto ha sido, en nuestra parte del mundo, nada problemático. Alguna vez nos han hecho preguntas bienintencionadas, las hemos respondido y ha estado bien. ESTUVO bien, hasta ayer.
Ayer, en nuestro paseo por el parque, mi hijo y yo fuimos abordados por alguien que exigió saber por qué mi hijo llevaba falda. Nosotros no lo sabíamos, pero parece que llevaba observándonos bastante tiempo.
«Solo por curiosidad», dijo el hombre. «¿Por qué sigues haciéndole esto a tu hijo?». Él no tenía curiosidad. Él no quería respuestas. Él quería estar seguro de que ambos sabíamos que lo que mi hijo estaba haciendo –eso que yo le estaba PERMITIENDO hacer– estaba mal.
«Ella no debería hacerte esto», dijo. Le hablaba directamente a mi hijo. «Eres un niño. Ella es una mala madre, esto es abuso de menores».
Él tomó fotografías nuestras, a pesar de que le pedí que no lo hiciera. Me amenazó. «Ahora todo el mundo lo sabrá», dijo. «Tú verás».
Llamé a la policía. Vinieron, hicieron el parte, elogiaron la falda. Aún así, mi hijo hoy no se siente seguro. Él quiere saber: «¿Volverá el hombre? ¿El hombre malo? ¿Vendrá a gritar cosas inapropiadas sobre mi falda? ¿Sacará más fotos?».
No puedo estar segura. Pero sí puedo estarlo de esto: no me intimidarán. No me harán sentir vulnerable o asustada. No dejaré que extraños furiosos me diga qué se puede o no se puede poner mi hijo.
El mundo puede no querer a mi hijo como hijo es, pero yo sí. Fui puesta en este mundo para asegurarme de que él lo sabe.
Gritaré mi amor por las esquinas.
Defenderé a gritos su derecho a andar por la calle en paz, vistiendo lo que sea que se quiera poner.
Enseñaré a mi hijo, de cualquier manera que me sea posible, lo que vale como persona, creyendo en su visión de sí mismo y apoyando sus decisiones –no importa lo que otros digan, no importa quién intente detenerlo ni cómo.
Nuestra familia tiene un lema:
Nos queremos.
Somos amables.
Somos determinados y persistentes.
Somos bellos y valientes.
Sabemos quiénes somos. Extraños furiosos no cambiarán cómo somos. El mundo no cambiará nuestra forma de ser: nosotros cambiaremos el mundo.
Edito para añadir: este post es público y está permitido compartirlo. ¡Estaremos muy agradecidos por tu amor y apoyo!
Fuentes: Verne, The Huffington Post
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