Se inaugura en Berlín el segundo centro de acogida de Alemania destinado a personas LGTBI.
EDITORIAL.- Día tras día los ciudadanos de la Unión Europea asistimos impotentes a la tragedia que supone la llegada de miles y miles de refugiados a nuestras fronteras. El goteo de personas, ancianos, hombres, mujeres, niños, enfermos y lisiados que se lanzan al mar o que cruzan largas extensiones enfrentándose al frío, al hambre y a todo tipo de circunstancias adversas, es incesante. Puede que algún día las futuras generaciones contemplen las imágenes de lo que fue esta barbarie del siglo XXI del mismo modo que a nosotr@s nos horrorizan las imágenes de los campos de concentración nazis.
Pero aún en el caso de aquellos “afortunados” que consiguen llegar a territorio europeo, el calvario en muchos casos no ha hecho más que empezar. Las cifras de menores de edad desaparecidos se elevan a miles y se sabe que en la mayoría de casos son víctimas de redes de tráfico de personas y explotación sexual. Por no hablar del “peaje” que muchas mujeres y criaturas deben pagar para cruzar las fronteras siendo vejadas, violadas y sometidas a todo tipo de humillaciones.
En el caso de las personas homosexuales y transexuales la tragedia alcanza cotas de tortura difícilmente imaginables. Much@s no se atreven a denunciar por temor a que suponga una influencia negativa en sus expedientes de solicitud de asilo. La desinformación, el pánico y las denigrantes condiciones de supervivencia en campos de refugiados, son el caldo de cultivo idóneo para todo tipo de abusos.
En España dos cameruneses y un magrebí fueron agredidos físicamente por sus compañeros al revelar su orientación sexual. Pero los países de centro y norte de Europa no van a la zaga de esta vergonzante situación. Voluntarios holandeses informan del abuso regular a homosexuales en un campo que alberga a más de 3000 personas. Amenazas, excrementos y basura en las camas son el día a día de gais y lesbianas en el campo cercano a Nijmegen. Dinamarca ha reportado 10 casos de abuso. En Finlandia un individuo ha sido condenado a 3 años y medio de prisión por la violación de otro inmigrante en un centro de acogida. Y otra condena se ha producido en Suecia donde, un solicitante que tenía pendiente la aprobación de asilo amenazó de muerte a un compatriota, le escupió en la cara, lo pateó estando inconsciente en el suelo e intentó ahogarlo en el centro de acogida de Jönköping. La homosexualidad de la víctima fue el motivo del ataque. Y no olvidemos que la mayoría de abusos son silenciados y quedan impunes.
Ante esta barbarie no queda otra que exigir un férreo control del personal que presta atención a los refugiados y la creación de instalaciones que protejan a los grupos más vulnerables y los aíslen. En Finlandia ya se están creando secciones seguras para los grupos con temor a ser agredidos. Esta semana se inaugura en Berlín el segundo centro de acogida de Alemania destinado a personas LGTBI. Se trata de un inmueble de 4 plantas con capacidad para 122 refugiados (gais, lesbianas y transexuales) que se distribuirán en 29 apartamentos. El primero se inauguró el 1 de febrero en Nuremberg y sólo tiene capacidad para albergar a 8 personas.
Iniciativas como ésta deberían existir en todos los países que están siendo afectados por la ola migratoria de personas que, en muchos casos, ya huyen de sus zonas de origen por la persecución que sufren debido a su condición sexual o de género.
Editorial Gayles.tv
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